lunes, 26 de noviembre de 2007

Jóvenes Sin Prisa y Con Memoria

Hace poco me decía uno de mis amigos que se acababa de leer "El retrato de Dorian Gray"... y eso me hizo recordar algunas de las cosas que decía acerca de la juventud.

A los pocos días, un profesor de psicología del envejecimiento planteaba en su clase la siguiente paradoja a raíz de algunas citas de escritores : El anciano tiene la sabiduría necesaria para disfrutar de la juventud, pero le falta ser joven... y al joven, que tiene la juventud, le falta sabiduría para aprovecharla y disfrutar de ella.

Resolver la paradoja, en principio, parece bastante fácil: podía escuchar a los viejos... siendo todavía joven. Francis Bacon decía: "Vieja madera para arder, viejo vino para beber, viejos amigos en quien confiar, y viejos autores para leer." Así, que sólo es ponerse.


¿Qué les queda a los jóvenes?
Mario Benedetti

¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de paciencia y asco?
¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo?
también les queda no decir amén
no dejar que les maten el amor
recuperar el habla y la utopía
ser jóvenes sin prisa y con memoria
situarse en una historia que es la suya
no convertirse en viejos prematuros

¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de rutina y ruina?
¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas?
les queda respirar
abrir los ojos
descubrir las raíces del horror
inventar paz así sea a ponchazos
entenderse con la naturaleza
y con la lluvia y los relámpagos
y con el sentimiento y con la muerte
esa loca de atar y desatar

¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de consumo y humo?
¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?
también les queda discutir con dios
tanto si existe como si no existe
tender manos que ayudan
abrir puertas
entre el corazón propio y el ajeno
sobre todo les queda hacer futuro
a pesar de los ruines de pasado
y los sabios granujas del presente.



Para terminar, una frase que rescato de un trabajo que tuve que hacer en su día con Lu (que se pasa por este blog) sobre el cuidado a nuestros mayores:

"Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena"(Ingmar Bergman)

domingo, 18 de noviembre de 2007

La Calle

Este poema, tan corto, admite infinidad de interpretaciones... Me gustaría saber que significa para cada uno de vosotros, incluso si no sois capaces de interpretarlo, también me gustaría saberlo... De hecho yo creo que no sé.

A mi me gusta porque me recuerda a un profesor del colegio, que además también fue mi maestro. Se lo regalé este verano para desearle lo mejor como repuesta a un mail suyo que contenía los mismos buenos deseos. Quería decirle con él muchas cosas...
No tengo noticias de él desde entonces. Supongo que lo mejor de todo, quizá, fue no saber como lo entendería... por que, como ya he dicho, el poema es infinito.

La calle
Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida,
y doy vueltas y vueltas en esquinas
que dan siempre a la calle
donde nadie me espera ni me sigue,
donde yo sigo a un hombre que tropieza
y se levanta y dice al verme: nadie.
Octavio Paz

sábado, 10 de noviembre de 2007

Cuando se Conoce lo Otro, ya no se Puede Elegir el Camino de la Mayoría

Esta semana un libro, "Demian" del escritor alemán Herman Hesse.

Tenía ganas de hablar de este libro y estaba pensando en releerlo y sacar fragmentos, como hice con la película de "Lugares comunes", pero me llevaba mucho tiempo y desistí. Tomo estas palabras de un blog en el que se habla del libro, y que reflejan de alguna manera lo que se sentí al leerlo (el link del blog lo he perdido):

“La lectura fue voraz y repleta de revelaciones que me enfrentaban una y otra vez a mis propias ideas. Sentía que de alguna manera HERMAN HESSE había escrito ese libro para mí. La presencia de esos dos mundos, el claro y el oscuro, eran una lectura clara de mi propia vida. Yo tenía aquel estigma de Caín que me convertía en un diferente. Las ideas de Max Demian me llegaban con el estrépito de la verdad pura. Yo no podía si no sentirme, Emil Sinclair, era yo ese muchacho que tanto tenía que aprender sobre la vida.”

Esos dos mundos, el claro y el oscuro del que habla, fueron mi primer contacto con Abraxas. Ya desde la dedicatoria el libro es apasionante: “Quería tan sólo intentar vivir lo que tendía a brotar espontáneamente de mí, ¿Por qué habría de serme tan difícil?” (Es lo que tengo ahí al lado, en el perfil)

El mismo autor,Hesse, en la introducción del libro señala:
“...He sido un hombre que busca y lo soy aún, pero no busco ya en las estrellas ni en los libros: comienzo a escuchar las enseñanzas que mi sangre murmura en mí. Mi historia no es agradable, no es suave ni armoniosa como las historias inventadas; sabe a insensatez y a confusión, a locura y a sueño, como la vida de todos los hombres que no quieren mentirse más a sí mismos...”

Aquí unos fragmentos que no he seleccionado yo (me hubiera gustado hacerlo)como ya he dicho por falta de tiempo. Los he encontrado tirando de google:

”Las cosas que vemos son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos viven tan irrealmente; porque creen que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría”.

"En estos momentos tuve una certeza fulminante: cada uno tenía una «misión» pero ésta no podía ser elegida, defi­nida, administrada a voluntad. Era un error desear nue­vos dioses, y completamente falso querer dar algo al mundo. No existía ningún deber, ninguno, para un hombre consciente, excepto el de buscarse a sí mismo, afirmarse en su interior, tantear un camino hacia ade­lante sin preocuparse de la meta a que pudiera conducir. Aquel descubrimiento me conmovió profundamente; éste fue el fruto de aquella experiencia. Yo había jugado a menudo con imágenes del futuro y soñado con papeles que me pudieran estar destinados, de poeta quizá, de profeta, de pintor o de cualquier otra cosa. Aquellas imágenes no valían nada. Yo no estaba en el mundo para escribir, predicar o pintar; ni yo ni nadie estaba para eso. Tales cosas sólo podían surgir marginalmente. La mi­sión verdadera de cada uno era llegar a sí mismo. Se po­día llegar a poeta o a loco, a profeta o a criminal; eso no era asunto de uno: a fin de cuentas, carecía de toda im­portancia. Lo que importaba era encontrar su propio destino, no un destino cualquiera, y vivirlo por comple­to. Todo lo demás eran medianías, un intento de eva­sión, de buscar refugio en el ideal de la masa; era amol­darse; era miedo ante la propia individualidad. La nueva imagen surgió terrible y sagrada ante mis ojos, presenti­da múltiples veces, quizá pronunciada ya otras tantas, pero nunca vivida hasta ahora. Yo era un proyecto de la naturaleza, un proyecto hacia lo desconocido, quizá ha­cia lo nuevo, quizá hacia la nada; y mi misión, mi única misión, era dejar realizarse este proyecto que brotaba de las profundidades, sentir en mí su voluntad e identificar­me con él por completo.
Había probado mucha soledad. Pero ahora presentí que había una soledad más profunda, y que ésta era ine­vitable..."

“La vida de todo hombre es un camino hacia sí mismo, la tentativa de un camino, la huella de un sendero. Ningún hombre ha sido nunca por completo él mismo; pero todos aspiran a llegar a serlo, oscuramente unos, más claramente otros, cada uno como puede. Todos llevan consigo, hasta el fin, viscosidades y cáscaras de huevo de un mundo primordial. Alguno no llega jamás a ser hombre, y sigue siendo rana, ardilla u hormiga. Otro es hombre de medio cuerpo arriba, y el resto, pez. Pero cada uno es un impulso de la Naturaleza hacia el hombre. Todos tenemos orígenes comunes: las madres; todos nosotros venimos de la misma sima, pero cada uno –tentativa e impulso desde lo hondo- tiende a su propio fin. Podemos comprendernos unos a otros, pero sólo a sí mismo puede interpretarse cada uno”.

"Así era yo en el fondo. ¡Yo, que despreciaba a todo el mundo! ¡Yo, que sentía el orgullo de la inteligencia y compartía los pensamientos de Demián! Así era yo: una infame basura, borracho y sucio, asqueroso y grosero, una bestia salvaje dominada por horribles instintos. Este era yo, el que venía de los jardines donde todo es pureza , luz y suave delicadeza, el que había disfrutado con la música de Bach y los bellos poemas. Aún me parecía escuchar con asco y con indignación mi propia risa, una risa borracha, descontrolada, que brotaba estúpidamente a borbotones. Así era yo."

"El estigma fue lo que existió en un principio y en él se basó la historia. Hubo un hombre con algo en el rostro que daba miedo a los demás. No se atrevían a tocarle; él y sus hijos les impresionaban. Quizás, o seguramente, no se trataba de una auténtica señal sobre la frente, de algo como un sello de correos; la vida no suele ser tan tosca. Probablemente fuera algo apenas perceptible, inquietante: un poco más de inteligencia y audacia en la mirada. Aquel hombre tenía poder, aquel hombre inspiraba temor. Llevaba una "señal". Esto podía explicarse como se quisiera; y siempre se prefiere lo que resulta cómodo y da razón. Se temía a los hijos de Caín, que llevaban una "señal". Esta no se explicaba como lo que era, es decir, como una distinción, sino como todo lo contrario. La gente dijo que aquellos tipos con la "señal" eran siniestros; y la verdad lo eran. Los hombres con valor y carácter siempre les han resultado siniestros a la gente. Que anduviera suelta una raza de hombres audaces e inquietantes resultaba incomodísimo; y les pusieron un sobrenombre y se inventaron una leyenda para vengarse de ellos y justificar un poco todo el miedo que les tenían"

“Tú sólo tienes miedo si no estás en armonía contigo mismo”

"Nosotros, los marcados, parecíamos con razón extra­ños, incluso locos y peligrosos. Habíamos despertado, o estábamos despertando, y nuestro empeño estaba dirigi­do a una mayor conciencia; mientras que el empeño y la búsqueda de los demás iba a subordinar, cada vez con más fuerza, sus opiniones, ideales y deberes, su vida y su felicidad, a los del rebaño. También entre aquellos había empeño, y fuerza y grandeza. Pero mientras nosotros, los marcados, creíamos representar la voluntad de la na­turaleza hacia lo nuevo, individual y futuro, los demás vi­vían en una voluntad de permanencia. Para ellos la hu­manidad —a la que querían con la misma fuerza que no­sotros— era algo acabado que había que conservar y proteger. Para nosotros, en cambio, la humanidad era un futuro lejano hacia el que todos nos movíamos, cuya imagen nadie conocía, cuyas leyes no estaban escritas en ninguna parte..."

“Yo pertenecía por supuesto al mundo luminoso y recto, era el hijo de mis padres; pero donde quiera que tendiese mi vista o mi oído, encontraba siempre lo otro, y yo mismo vivía también en aquel otro mundo, aunque muchas veces me pareciese extraño e inquietante y acabase siempre por infundirme miedo y enturbiar mi conciencia”

“Con el corazón helado tuve que presenciar cómo se convertía en pasado y se desligaba de mí todo mi universo, toda mi vida dichosa y buena, mientras me sentía sujeto ya al mundo tenebroso y desconocido (...). Por vez primera saboreé la muerte; la muerte que sabe amarga porque es nacimiento, porque es angustia y temor ante una terrible renovación”

“Retorné al paraíso perdido; al luminoso mundo parental, (...) a la bondad de Abel, agradable a los ojos de Dios.(...) Rescatado por una mano amiga, corrí ciegamente a refuguiarme en el regazo de mi madre. (...) me hice más niño, más pueril y más dependiente de lo que era” Más adelante: “De no haber obrado así hubiera tenido que acogerme a Demian y confiarme a él. (...), pero Demian hubiera exigido de mí mucho más de lo que exigieron mis padres. Habría intentado hacerme más independiente(...) Hoy sé que ya muy bien que nada en el Mundo repugna tanto al hombre como seguir el camino que ha de conducirle a sí mismo”

“Hay muchos caminos por los que Dios puede llevarnos a la soledad y conducirnos a nosotros mismos. (...) Hay sueños así en los que yendo hacia el palacio de la princesa encantada se queda uno atascado en un lodazal(...) Así me sucedió a mí, y tal fue el proceso nada bello que me estaba destinado cumplir para llegar a la soledad e interponer entre el paraíso de mi niñez y yo una puerta vedada. (...) Fue un comienzo, un despertar de la nostalgia de mí mismo”

"La comunidad es algo muy bello. Pero lo que ahora vemos florecer en todas partes no es la comunidad verdadera. Esta surgirá, nueva del conocimiento mutuo de los individuos y transformará por algún tiempo el Mundo. (...) Siento iniciarse ya graves conflictos que no pueden tardar en surgir. (...) (La guerra) revelará la miseria de los ideales actuales y obligarán a derrocar toda una serie de dioses de la edad de Piedra. Este mundo, tal y como es, quiere morirse y se hundirá."

“...La cura me hizo daño. Todo lo que después me ha sucedido me ha hecho daño. Pero cuando alguna vez encuentro la llave y desciendo a mí mismo, allí en donde en un oscuro espejo, dormitan las imágenes del destino, me basta inclinarme sobre su negra superficie acerada para ver en él mi propia imagen, semejante ya en todo a él, a él, mi amigo y mi guía...” (Quizá esta última parte para Hugo, que ya leyó el libro, le sirva para cerrar un comentario que le hice... A los demás, si alguien lo lee, que me pregunte)

"El pájaro rompe el cascarón. El cascarón es el mundo. El que quiere nacer, tiene que romper el mundo. El ave vuela a Dios. El Dios es Abraxas”.

Pinchar en este link para saber algo más de este autor, Herman Hesse, que no pongo aquí para no alargarme demasiado:

http://www.epdlp.com/escritor.php?id=1822

Para terminar la la opinión de un psicoanalista muy famosos, discípulo de Freud, sobre este libro:

"Su libro causó en mí, lo que la luz de un faro en una noche de tormenta.
Su libro tiene el mejor final posible, y es allí, en donde todo lo anticipado
tiene también en la realidad un final, y todo de nuevo comienza, esto es,
con lo que el libro comienza, con el nacimiento y el crecimiento
de una nueva persona."
C.G.Jung
3.12.1919

Espero comentarios... Aquí va el mío:

Lo que más me sorprendió de este libro, es que podría haberlo escrito yo mismo. Salen de sus páginas palabras que podrían salir de mi boca. Al leerlo y entender esa nueva persona de la que habla...
Siento lo mismo cuando leo el Evangelio y entiendo a la nueva persona de la que habla Jesús. Ambos mensajes están tan unidos, que "Demian" parece una "novelización" del Evangelio...Ambos abandonan esos "dioses de la edad piedra"(aunque alguno siga empeñado en lo contrario)... Ambos hablan de personas nuevas que revolucionarían su mundo y que se encuentran mirando dentro de nosotros mismos... Ambos hablan de amor, pero no un amor cutre y ñoño, sino de un amor que brota al encontrarse con un mismo y se manifiesta en esa "comunidad verdadera", una comunidad verdadera de la que parece, cada día estamos más alejados.

martes, 6 de noviembre de 2007

Las Buenas Personas


¿Conocen ustedes a alguien que no se proclame mala persona?Yo, no.
Resulta curioso porque así como todo el mundo tiene pudor de definirse como inteligente, o bello, o talentoso, o rico si me apuran, nadie duda de declarar su bondad. Ahora todos nos creemos caritativos, solidarios, espléndidos, pluscuamperfectos y tan superguays que resulta increíble que el mundo vaya como va.

Uno de los primeros fallos de esta actitud mirífica es que no comprendemos en absoluto las debilidades del prójimo, con la consiguiente desilusión por la raza humana. Como nosotros somos tal dechado de virtudes, hasta la más pequeña de las traiciones o mentira o fallo de cualquier índole por parte del otro es una enorme y desoladora sorpresa: ¿Cómo me pudo hacer fulano esto, a mí, que soy tan bueno? Yo nunca se lo hubiera hecho a él, etcétera.

Ser mirífico estaría bien si eso le hiciera a uno más feliz, pero resulta que ocurre todo lo contrario. Creerse mejor que los demás lo único que consigue es que uno acabe dividiendo el mundo en dos: yo, el magnífico, y el resto de la humanidad, con la consiguiente soledad que esto supone.

Una cosa que aprendí en momentos duros, cuando, por circustancias de mi vida que tal vez algunos de ustedes recuerden, muchas personas me dieron la espalda, fue no medir a nadie por mi propio rasero. Y les aseguro que no lo hice porque yo sea muy buena persona (que no lo soy) sino por puro pragmatismo, egoísmo incluso, pues no comprender a los demás es quedarse solo.

El otro día me alegro saber que circula por internet una contestación mía dada a la pregunta de "¿Perdió usted muchos amigos a raíz de los momentos difíciles que vivió junto a su marido?" Yo contesté (y se me había olvidado, pero sigo de acuerdo con lo dicho entonces) que, a raíz de los acontecimientos, había hecho un descubrimineto interesante que me había ayudado a ser fuerte. Descubrí que si uno sabe qué se puede esperar de cada persona, y no se equivoca esperando algo que el otro no puede dar, nadie nos falla.

Lo que quiero decir es que existen amigos, por ejemplo, a los que uno puede llamar a las cuatro de la mañana para que nos enjuguen las lágrimas, pero que, en cambio, jamás nos prestarían ni cinco euros. Otros en cambio son al revés, generosos en lo material, pero avaros con su tiempo.
Hay amigos que se acercan cuando estas arriba, y otros que te rehúyen precisamente cuando estás en el Olimpo y reaparecen cuando bajas a los infiernos. Hay personas de todo tipo, y sólo hay que saber qué dan y qué no pueden dar de ninguna manera. He aquí el secreto porque -y aquí viene otra vez el tema de la autocomplacencia- ni siquiera nosotros, los miríficos, por mucho que nos creamos superguays, somos incondicionales. Incondicional no hay nadie. Y si lo hay, más vale no creérselo demasiado, porque así, cuando topemos con uno de esos raros -muy, pero que muy raros- seres que son, como diría Machado, "en el buen sentido de la palabra, buenos", podremos congratularnos de que el mundo, aunque sea imperfecto, nos depare a veces maravillosas sorpresas. Y mejor es que las sorpresas sean agradables y no horribles ¿O no?

Carmen Posadas.