Esta semana un libro, "Demian" del escritor alemán Herman Hesse.
Tenía ganas de hablar de este libro y estaba pensando en releerlo y sacar fragmentos, como hice con la película de "Lugares comunes", pero me llevaba mucho tiempo y desistí. Tomo estas palabras de un blog en el que se habla del libro, y que reflejan de alguna manera lo que se sentí al leerlo (el link del blog lo he perdido):
“La lectura fue voraz y repleta de revelaciones que me enfrentaban una y otra vez a mis propias ideas. Sentía que de alguna manera HERMAN HESSE había escrito ese libro para mí. La presencia de esos dos mundos, el claro y el oscuro, eran una lectura clara de mi propia vida. Yo tenía aquel estigma de Caín que me convertía en un diferente. Las ideas de Max Demian me llegaban con el estrépito de la verdad pura. Yo no podía si no sentirme, Emil Sinclair, era yo ese muchacho que tanto tenía que aprender sobre la vida.”
Esos dos mundos, el claro y el oscuro del que habla, fueron mi primer contacto con Abraxas. Ya desde la dedicatoria el libro es apasionante: “Quería tan sólo intentar vivir lo que tendía a brotar espontáneamente de mí, ¿Por qué habría de serme tan difícil?” (Es lo que tengo ahí al lado, en el perfil)
El mismo autor,Hesse, en la introducción del libro señala:
“...He sido un hombre que busca y lo soy aún, pero no busco ya en las estrellas ni en los libros: comienzo a escuchar las enseñanzas que mi sangre murmura en mí. Mi historia no es agradable, no es suave ni armoniosa como las historias inventadas; sabe a insensatez y a confusión, a locura y a sueño, como la vida de todos los hombres que no quieren mentirse más a sí mismos...”
Aquí unos fragmentos que no he seleccionado yo (me hubiera gustado hacerlo)como ya he dicho por falta de tiempo. Los he encontrado tirando de google:
”Las cosas que vemos son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos viven tan irrealmente; porque creen que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría”.
"En estos momentos tuve una certeza fulminante: cada uno tenía una «misión» pero ésta no podía ser elegida, definida, administrada a voluntad. Era un error desear nuevos dioses, y completamente falso querer dar algo al mundo. No existía ningún deber, ninguno, para un hombre consciente, excepto el de buscarse a sí mismo, afirmarse en su interior, tantear un camino hacia adelante sin preocuparse de la meta a que pudiera conducir. Aquel descubrimiento me conmovió profundamente; éste fue el fruto de aquella experiencia. Yo había jugado a menudo con imágenes del futuro y soñado con papeles que me pudieran estar destinados, de poeta quizá, de profeta, de pintor o de cualquier otra cosa. Aquellas imágenes no valían nada. Yo no estaba en el mundo para escribir, predicar o pintar; ni yo ni nadie estaba para eso. Tales cosas sólo podían surgir marginalmente. La misión verdadera de cada uno era llegar a sí mismo. Se podía llegar a poeta o a loco, a profeta o a criminal; eso no era asunto de uno: a fin de cuentas, carecía de toda importancia. Lo que importaba era encontrar su propio destino, no un destino cualquiera, y vivirlo por completo. Todo lo demás eran medianías, un intento de evasión, de buscar refugio en el ideal de la masa; era amoldarse; era miedo ante la propia individualidad. La nueva imagen surgió terrible y sagrada ante mis ojos, presentida múltiples veces, quizá pronunciada ya otras tantas, pero nunca vivida hasta ahora. Yo era un proyecto de la naturaleza, un proyecto hacia lo desconocido, quizá hacia lo nuevo, quizá hacia la nada; y mi misión, mi única misión, era dejar realizarse este proyecto que brotaba de las profundidades, sentir en mí su voluntad e identificarme con él por completo.
Había probado mucha soledad. Pero ahora presentí que había una soledad más profunda, y que ésta era inevitable..."
“La vida de todo hombre es un camino hacia sí mismo, la tentativa de un camino, la huella de un sendero. Ningún hombre ha sido nunca por completo él mismo; pero todos aspiran a llegar a serlo, oscuramente unos, más claramente otros, cada uno como puede. Todos llevan consigo, hasta el fin, viscosidades y cáscaras de huevo de un mundo primordial. Alguno no llega jamás a ser hombre, y sigue siendo rana, ardilla u hormiga. Otro es hombre de medio cuerpo arriba, y el resto, pez. Pero cada uno es un impulso de la Naturaleza hacia el hombre. Todos tenemos orígenes comunes: las madres; todos nosotros venimos de la misma sima, pero cada uno –tentativa e impulso desde lo hondo- tiende a su propio fin. Podemos comprendernos unos a otros, pero sólo a sí mismo puede interpretarse cada uno”.
"Así era yo en el fondo. ¡Yo, que despreciaba a todo el mundo! ¡Yo, que sentía el orgullo de la inteligencia y compartía los pensamientos de Demián! Así era yo: una infame basura, borracho y sucio, asqueroso y grosero, una bestia salvaje dominada por horribles instintos. Este era yo, el que venía de los jardines donde todo es pureza , luz y suave delicadeza, el que había disfrutado con la música de Bach y los bellos poemas. Aún me parecía escuchar con asco y con indignación mi propia risa, una risa borracha, descontrolada, que brotaba estúpidamente a borbotones. Así era yo."
"El estigma fue lo que existió en un principio y en él se basó la historia. Hubo un hombre con algo en el rostro que daba miedo a los demás. No se atrevían a tocarle; él y sus hijos les impresionaban. Quizás, o seguramente, no se trataba de una auténtica señal sobre la frente, de algo como un sello de correos; la vida no suele ser tan tosca. Probablemente fuera algo apenas perceptible, inquietante: un poco más de inteligencia y audacia en la mirada. Aquel hombre tenía poder, aquel hombre inspiraba temor. Llevaba una "señal". Esto podía explicarse como se quisiera; y siempre se prefiere lo que resulta cómodo y da razón. Se temía a los hijos de Caín, que llevaban una "señal". Esta no se explicaba como lo que era, es decir, como una distinción, sino como todo lo contrario. La gente dijo que aquellos tipos con la "señal" eran siniestros; y la verdad lo eran. Los hombres con valor y carácter siempre les han resultado siniestros a la gente. Que anduviera suelta una raza de hombres audaces e inquietantes resultaba incomodísimo; y les pusieron un sobrenombre y se inventaron una leyenda para vengarse de ellos y justificar un poco todo el miedo que les tenían"
“Tú sólo tienes miedo si no estás en armonía contigo mismo”
"Nosotros, los marcados, parecíamos con razón extraños, incluso locos y peligrosos. Habíamos despertado, o estábamos despertando, y nuestro empeño estaba dirigido a una mayor conciencia; mientras que el empeño y la búsqueda de los demás iba a subordinar, cada vez con más fuerza, sus opiniones, ideales y deberes, su vida y su felicidad, a los del rebaño. También entre aquellos había empeño, y fuerza y grandeza. Pero mientras nosotros, los marcados, creíamos representar la voluntad de la naturaleza hacia lo nuevo, individual y futuro, los demás vivían en una voluntad de permanencia. Para ellos la humanidad —a la que querían con la misma fuerza que nosotros— era algo acabado que había que conservar y proteger. Para nosotros, en cambio, la humanidad era un futuro lejano hacia el que todos nos movíamos, cuya imagen nadie conocía, cuyas leyes no estaban escritas en ninguna parte..."
“Yo pertenecía por supuesto al mundo luminoso y recto, era el hijo de mis padres; pero donde quiera que tendiese mi vista o mi oído, encontraba siempre lo otro, y yo mismo vivía también en aquel otro mundo, aunque muchas veces me pareciese extraño e inquietante y acabase siempre por infundirme miedo y enturbiar mi conciencia”
“Con el corazón helado tuve que presenciar cómo se convertía en pasado y se desligaba de mí todo mi universo, toda mi vida dichosa y buena, mientras me sentía sujeto ya al mundo tenebroso y desconocido (...). Por vez primera saboreé la muerte; la muerte que sabe amarga porque es nacimiento, porque es angustia y temor ante una terrible renovación”
“Retorné al paraíso perdido; al luminoso mundo parental, (...) a la bondad de Abel, agradable a los ojos de Dios.(...) Rescatado por una mano amiga, corrí ciegamente a refuguiarme en el regazo de mi madre. (...) me hice más niño, más pueril y más dependiente de lo que era” Más adelante: “De no haber obrado así hubiera tenido que acogerme a Demian y confiarme a él. (...), pero Demian hubiera exigido de mí mucho más de lo que exigieron mis padres. Habría intentado hacerme más independiente(...) Hoy sé que ya muy bien que nada en el Mundo repugna tanto al hombre como seguir el camino que ha de conducirle a sí mismo”
“Hay muchos caminos por los que Dios puede llevarnos a la soledad y conducirnos a nosotros mismos. (...) Hay sueños así en los que yendo hacia el palacio de la princesa encantada se queda uno atascado en un lodazal(...) Así me sucedió a mí, y tal fue el proceso nada bello que me estaba destinado cumplir para llegar a la soledad e interponer entre el paraíso de mi niñez y yo una puerta vedada. (...) Fue un comienzo, un despertar de la nostalgia de mí mismo”
"La comunidad es algo muy bello. Pero lo que ahora vemos florecer en todas partes no es la comunidad verdadera. Esta surgirá, nueva del conocimiento mutuo de los individuos y transformará por algún tiempo el Mundo. (...) Siento iniciarse ya graves conflictos que no pueden tardar en surgir. (...) (La guerra) revelará la miseria de los ideales actuales y obligarán a derrocar toda una serie de dioses de la edad de Piedra. Este mundo, tal y como es, quiere morirse y se hundirá."
“...La cura me hizo daño. Todo lo que después me ha sucedido me ha hecho daño. Pero cuando alguna vez encuentro la llave y desciendo a mí mismo, allí en donde en un oscuro espejo, dormitan las imágenes del destino, me basta inclinarme sobre su negra superficie acerada para ver en él mi propia imagen, semejante ya en todo a él, a él, mi amigo y mi guía...” (Quizá esta última parte para Hugo, que ya leyó el libro, le sirva para cerrar un comentario que le hice... A los demás, si alguien lo lee, que me pregunte)
"El pájaro rompe el cascarón. El cascarón es el mundo. El que quiere nacer, tiene que romper el mundo. El ave vuela a Dios. El Dios es Abraxas”.
Pinchar en este link para saber algo más de este autor, Herman Hesse, que no pongo aquí para no alargarme demasiado:
http://www.epdlp.com/escritor.php?id=1822
Para terminar la la opinión de un psicoanalista muy famosos, discípulo de Freud, sobre este libro:
"Su libro causó en mí, lo que la luz de un faro en una noche de tormenta.
Su libro tiene el mejor final posible, y es allí, en donde todo lo anticipado
tiene también en la realidad un final, y todo de nuevo comienza, esto es,
con lo que el libro comienza, con el nacimiento y el crecimiento
de una nueva persona."
C.G.Jung
3.12.1919
Espero comentarios... Aquí va el mío:
Lo que más me sorprendió de este libro, es que podría haberlo escrito yo mismo. Salen de sus páginas palabras que podrían salir de mi boca. Al leerlo y entender esa nueva persona de la que habla...
Siento lo mismo cuando leo el Evangelio y entiendo a la nueva persona de la que habla Jesús. Ambos mensajes están tan unidos, que "Demian" parece una "novelización" del Evangelio...Ambos abandonan esos "dioses de la edad piedra"(aunque alguno siga empeñado en lo contrario)... Ambos hablan de personas nuevas que revolucionarían su mundo y que se encuentran mirando dentro de nosotros mismos... Ambos hablan de amor, pero no un amor cutre y ñoño, sino de un amor que brota al encontrarse con un mismo y se manifiesta en esa "comunidad verdadera", una comunidad verdadera de la que parece, cada día estamos más alejados.